La soledad le delataba
Era una sombra silenciosa
Un rasgueo en una guitarra muda
Un corazón partido en múltiples pedazos
Sin el sentimiento de compañía necesario
Algo perdido en la inmensidad del desierto
La gota de sudor que clama
Y la incertidumbre que alimenta
Luego dirán que no tenía más elección
Hablarán de destino de karma
Mientras que él solo pretendía
Escribir un poema libre de trabas
Ser un sueño que desparrama mañanas
El olor a un huerto de limones
A las paredes que disimulaban su humedad
Envueltas en un precioso papel guarro
Ese perfume al que solo te permites rasgar
Por no ofender a la suerte
Su vida no era una novela negra
La trama era muy previsible
Aunque nunca se rindió
Las lunas dejaron paso al sol
Los relojes no paran de dar su hora
Y el Padre no perdonó sus errores
Un paraíso paralelo inscribe su nombre
Entre los perdedores de un tren
Al que no supo subirse…
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