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Vengo de una época donde el respeto al otro era connatural creo que a todos. Yo estaba en el primer pub de Murcia donde íbamos a divertirnos sin malos royos, sin fijarnos como vestía el de al lado, n…

Vengo de una época donde el respeto al otro era connatural creo que a todos. Yo estaba en el primer pub de Murcia donde íbamos a divertirnos sin malos royos, sin fijarnos como vestía el de al lado, ni si su ideología era la nuestra.
Ahora veo odio que se alimenta y manipula con todo descaro sin comprender a donde nos va a llevar. Y da miedo ver esta deriva capitaneada y seguida por “jóvenes iluminados” que se atreven con ese desparpajo a usar palabras que en el pasado nos llevaron a la peor época reciente de nuestra historia, donde nada se podía mover sin el permiso de la autoridad, donde por el hecho de vestir distinto eras detenido por la policía que defendía unos intereses no a ti, donde si reunías a varios amigos en la calle eras sospechoso de confabular contra la “Patria”, donde a un dictador se le acogía bajo palio a las puertas de las iglesias y catedrales, donde por recoger propaganda de la calle podías ser penado con hasta veinte años de cárcel. Y estos “iluminados” quieren que volvamos al control de un estado fascista, eliminar al enemigo, a aquel que ose tener ideas distintas, que crea que existe violencia de genero, que vea al emigrante como lo que nosotros fuimos, personas que buscaban su futuro allí donde lo hubiera, que el cambio climático no es una fantasía de miles de científicos, de simples observadores del paso del tiempo, es algo que por desgracia no hemos sabido ni querido detener cuando en los 70 del siglo pasado un grupo de ecologistas trataron de advertir.
Entiendo la frustración de jóvenes que tienen una realidad que los lleva directamente a la precariedad, a toparse con imposibles como la vivienda, la independencia de vivir sus vidas a pesar de tener trabajo y preparación para conseguir cumplir con los objetivos que en su vida se hayan trazado.
Y protestan contra el gobierno de turno, contra todo lo que el dedo de odio nos lleva a pensar que los emigrantes negros y marroquís les quitan los recursos que por haber nacido en este país tienen.
En mi época también tenías difícil desarrollar tu proyecto de vida, al final aquel que no tenía medios terminaba trabajando de cualquier cosa por la supervivencia, yo he trabajado de comercial de transporte, de hippie en la Gran Vía de Murcia, de vendedor de patatas a domicilio, de camarero, de recogedor del campo, de venta de pisos, de periodista, de vendedor de asfalto, de agente comercial, de editor de revistas y planos, y esporádicamente de lo mío, psicólogo clínico. La vida de mi época no era más fácil que ahora, pero los alquileres eran más razonables, y los viajes podías asumirlos sin mucho sacrificio. Nos ilusionaban las mismas cosas que ahora, queríamos encontrar pareja, formar una familia, tener tu casa, un trabajo fiable.
Entiendo que la realidad que nos venden los políticos es irreal, ni el trabajo está bien pagado, ni es estable, ni representa tus capacidades, ni te permite ser independiente. Claro que hay motivos para quejarse. La realidad desmiente tozudamente esos datos que nos regalan los oídos, pero que nada tienen que ver con la mayoría de esta sociedad. Los partidos políticos están muy distantes de la realidad de las personas a las que dicen representar, son incapaces de mirar más allá de sus consignas, ponerse de acuerdo en aquello que verdaderamente preocupa, parece que pisaran calles distintas a las nuestras, solo nos quieren para nuestros votos. Ya sé que esto que pienso no debería generalizarse a todos los políticos, quiero creer que algunos si dejan la política por no poder conseguir aquello que los motivo a serlo tengan esperando un trabajo donde si poder desarrollar su vida con coherencia. Pero visto lo visto de cómo son estos políticos no me hago muchas esperanzas de que cambien las cosas a corto plazo.
Vamos a tener que representarnos a nosotros mismos, asistir a asambleas de vecinos, oír sus preocupaciones, ayudar en la medida de tus posibilidades, potenciar la cooperación, buscar las salidas que las administraciones tienen y que no publicitan, como aquellas manifestaciones de pensionistas se daban hace unos años, como a día de hoy los sanitarios, los educadores reclaman para una salud y una escuela pública, donde podamos ser personas igualadas y no clanes que nos diferencian y nos convierten en distintos.


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