Los judios de una pequeña ciudad rusa esperaban ansiosos la llegada de un rabino. Se trataba de un acontecimiento poco frecuente, y por eso habían dedicado mucho tiempo a preparar las preguntas que
ivan a hacerle.
Cuando al fin llegó y se reunieron con él en el ayuntamiento, el rabino pudo palpar la tensión reinante
mientras todos se disponian a escuchar las respuestas que el iba a darles.
Al principio no dijo nada, sino que se limito a mirarles fijamente a los ojos, a la vez que tarareaba insis-
tentemente una melodia. Pronto comenzó todo el mundo a tararear. Entonces el rabino se puso a cantar
y todos le imitaron. Luego comenzo a balancearse y a danzar con gestos solemnes y ritmicos, y todos
hicieron lo mismo. Al cabo de un rato, estaban todos tan enfrascados en la danza y tan absortos en sus
movimientos que parecian insensibles a todo lo demás; de este modo, todo el mundo quedó restablecido
y curado de la fragmentación interior que nos aparta de la Verdad.
Transcurrio casi una hora hasta que la danza, cada vez más lenta, acabo cesando. Una vez liberados de
su tensión interior, todos se sentaron, disfrutando de la silenciosa paz que invadía el recinto Entonces
pronunción el rabino sus unicas palabras de aquella noche :" Espero haber respondido a vuestras
preguntas".
Extracto del libro de Anthony de Mello, "La oración de la rana".
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