El cielo gritó bien alto
Los sordos permanecimos ausentes
Solo el Buda esbozó una sonrisa
Dictó con su callado silencio un camino
Abrió una brecha en nuestro pecho
Y el latir acalló nuestro ruido
En manos de la soledad más profunda
Sin respaldo alguno ni mente parlante
Me caigo al más profundo infinito
Vacío de vestidos mi cuerpo
Dejo penetrar la luz en el cuarto oscuro
E intuyo que estoy vivo y solo
Como un monje que medita
Al libre albedrío de la nada que anhelo
Deshecho sombras que son irreales
Fruto de una mente desbocada
Me muestro cómodo en el mientras
Alargo el instante y el sonido
Fulgencio Cerón Cervantes 8-3-13
Visitas: 9
Etiquetas:
Bienvenido a
gencyceron
© 2025 Creado por Fulgencio Cerón Cervantes.
Tecnología de
¡Necesitas ser un miembro de gencyceron para añadir comentarios!
Participar en gencyceron