La huerta se vestía de otoño con esos colores mágicos
hojas amarillas y azules hielo en el cielo
salpicaban de despertares nuestras conciencias dormidas
entre salidas de sol limoneros y el perfume a vida
todo un cocktail de sensaciones al abrigo del nuevo curso
luces que proyectaban sombras sobre futuros destinos
abanico abierto entre el hippie vendedor de artesanía
el psicólogo en busca de escuela
y el compañero que bajo ningún concepto quería compartirte
La huerta sigue su habitual curso impertérrito
los olores emulan una contaminación mal disimulada
años se hacen arrugas y pliegues de dura piel me recuerdan
que los 80 solo fue un devenir magnifico y pasado
fruto de unas vivencias que forman parte de un libro
de los renglones que se escriben a fuerza de un ánimo
a veces joven otras aposentado en el árbol del olvido
de las ausencias que abrazan el paso de la historia
de los encuentros que forman caminos sin asfalto
La huerta me atrapa con su música
y con una esencia de la que soy parte sin remedio...
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