Teoría extraña: “CHILLAR”
Dicen que nos han tenido callados desde pequeños, ya nuestros padres nos enseñaron a respetar a los mayores, a no contradecir sus opiniones, ideas, órdenes, etc. Desde la escuela el mensaje ha sido el mismo, nosotros no sabemos nada y por eso vamos al colegio, allí los maestros nos enseñan cultura, historia, costumbres. En la adolescencia, el que más y el que menos empieza a poner en duda todo lo aprendido, a darle más importancia a lo que los amigos digan, a tenerlos como confesores, a pillar las contradicciones no solo de los padres, también del resto del mundo adulto, profesores, tíos, vecinos, políticos, curas, etc. En esta etapa de nuestras vidas somos revolucionarios, precursores de un mundo nuevo, el nuestro, idealista, moral, pacifico, sin hambrientos… Aquí no nos callamos, protestamos y proyectamos dicha protesta sobre todo en la figura de nuestros padres. Y llegamos a adultos, vuelta al silencio, si cabe una ligera protesta de salón con los amigos más íntimos.
Bien, pues la teoría que he calificado de extraña, propugna como terapia el grito, chillar, siempre que nos apetezca, como cuando éramos adolescentes, pero sin frenarnos por según el lugar, chillar sin freno en plena calle, en casa, en el trabajo, en la tienda, en …
Si hiciéramos esto, no tendríamos nada reprimido en nuestro interior por lo que protestar. Pero llegan más lejos, al no contener nuestro grito, lo utilizáramos contra los políticos, contra las leyes injustas de los jueces, contra la incompetencia de la policía, contra el desprecio de los ricos, contra tantas cosas que nos resultan impuestas que se provocaría un caos. Este caos duraría, tal vez, una generación, pero después del mismo, nacería un nuevo comportamiento entre los humanos, y desaparecerían muchos corsés, mas que corsés serían corazas…
En fin, es una teoría…
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